Talento + Talante

En los últimos años se ha producido una transformación radical en la gestión de Personas que “obliga” a dar una vuelta a los esquemas organizativos; a la cultura empresarial. Hemos pasado de seleccionar personas, formarlas, evaluarlas y atender aspectos disfuncionales, a poner el foco en desarrollar recursos, reforzar, impulsar y sacar el máximo partido a nuestros equipos de trabajo implicando a NUESTRAS PERSONAS en NUESTRO PROYECTO, en aras de la eficacia colectiva.

Hace unos 50 años ya se produjo un CAMBIO: pasamos de una “Dirección por Instrucciones” a una “Dirección por Objetivos”, que, aunque mejoraba la anterior, generaba frustración cuando no se alcanzaban los objetivos marcados.  Actualmente la línea a seguir es la “Dirección por Valores” con una dinámica diferente, dando más responsabilidad, confianza y juego al equipo (autonomía y empowerment), con una estrategia de liderazgo facilitador.

Se desea una cultura de organizaciones más flexible, más horizontal, más amable, más resiliente, en definitiva más saludable. Y eso empieza por atender o contemplar el perfil emocional de las personas que integran la organización, y no solamente el perfil técnico, de modo que se puedan equilibrar correctamente o  armonizar los equipos de trabajo.

La visión y horizonte de las personas que componen una empresa debe ser la misma que la de ésta. Y esto sólo se consigue alineando a las personas con los objetivos organizacionales, dándoles cancha para la iniciativa y participación, creando entornos positivos que fomenten el desarrollo, escuchando, mirando apreciativamente y valorando ”lo mejor que existe” de cada individuo, grupo o departamento: Su mejor versión fruto de la motivación e integración al proyecto. Si logramos esto, estamos fomentando la entrega, el engagement, el alto rendimiento y, por supuesto, la productividad y éxito empresarial.

Pues bien,  en toda esta “vuelta de tuerca” tiene mucha importancia la “Competencia Emocional”. Las que hasta ahora han sido consideradas competencias blandas – o soft-skills – como la motivación, creatividad, capacidad de comunicación, de trabajo en equipo, etc…, han pasado a ser competencias duras – o hard-skills – poniéndose por encima de aspectos tales como la formación o la experiencia, importando mucho más las competencias humanas y emocionales que las meramente técnicas o profesionales a la hora de formar equipos resolutivos y capaces. Es decir, la profesionalidad cobra valor con una adecuada gestión emocional. Se trata de lograr un tándem TALENTO + TALANTE absolutamente necesario para conseguir el éxito.

Es imprescindible la APTITUD, la destreza, el conocimiento, pero esto no nos da la EXCELENCIA; lo que de verdad es responsable del éxito profesional es la ACTITUD, la calidad humana, la competencia emocional. Por todo ello se hace necesario un entrenamiento emocional de los equipos de trabajo. Casi todos invertimos la mayor parte de nuestras energías dotándonos de formación técnica, trabajamos el “Saber Hacer” pero solemos descuidar nuestro “Saber Ser”; nuestra faceta emocional.

Y ese perfil emocional, tanto “intra” como “interpersonal”, no solamente suma, no sólo es un complemento de nuestro perfil técnico, sino que lo dota de valor. La empresa debe buscar la excelencia, y ello sólo es posible con PERSONAS EXCELENTES.

Pongamos el foco en las competencias emocionales. El éxito radica en alinear nuestra esencia, valores e intereses como personas junto con nuestras habilidades o competencias técnicas para lograr la excelencia.

TALENTO + TALANTE

 

Patricia Calabuig

Socia-Directora Desarrollo+Talento